Cual es la fruta que le avisa a su papa

Por sus frutos los conoceréis sermón

Jesús advirtió: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da buenos frutos, pero el árbol enfermo da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. Así los reconoceréis por sus frutos” (Mateo 7, 15-20). Jesús está diciendo esencialmente que las cosas que son evidentes en la vida de una persona o que resultan de su enseñanza demuestran lo que realmente hay en su corazón.

La expresión inglesa “walk the talk” revela un sentimiento similar al de conocer a alguien por sus frutos. Una persona puede decir lo que quiera, pero nosotros comprobamos la veracidad de esa afirmación basándonos en lo que produce. Por ejemplo, una persona puede decir: “Me importan mucho los niños”, pero si luego abre un campo de trabajo infantil, es evidente que no le importan. Los bienes de consumo son otro ejemplo. Sabemos que la etiqueta que afirma que la caja contiene un determinado artículo es cierta cuando abrimos la caja y encontramos ese artículo. Del mismo modo que la manzana que cuelga del árbol nos comunica que se trata de un manzano, las acciones de una persona nos comunican su corazón.

Un árbol se conoce por su fruto significado

No es difícil entender por qué este pasaje del Éxodo es la Escritura más citada de toda la Biblia hebrea: ¿quién no quiere que le recuerden algunos de los aspectos más hermosos del carácter de Dios? Es maravilloso, bondadoso y alentador.

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Entonces, ¿nos hace Dios responsables de los errores que cometen nuestros padres? Estos versículos del Éxodo parecen decir que sí. Y esto parece un poco duro, ¿verdad? Una cosa es decir que somos moldeados por nuestros padres, todos lo sabemos. Heredamos de ellos cosas como rasgos físicos, problemas de salud, manierismos y formas de ver el mundo. Está claro que quiénes son nuestros padres, e incluso las decisiones que toman, nos afectan enormemente. Pero, ¿realmente seremos castigados por algo que hicieron nuestros padres?

En este texto, nos enfrentamos al intimidante concepto de la responsabilidad generacional. Pero si profundizamos un poco, veremos que Dios no está diciendo que traerá su ira sobre hijos totalmente inocentes por las acciones de sus padres. Dios está advirtiendo a su pueblo que cada generación será responsable si repite los pecados de la generación anterior.

Mateo 7:16

Mateo 7:16 es el decimosexto versículo del séptimo capítulo del Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento y forma parte del Sermón de la Montaña. Este versículo continúa la sección que advierte contra los falsos profetas.

El versículo anterior advertía contra los falsos profetas, y en éste Jesús dice a sus seguidores cómo identificarlos. Lo hace iniciando una nueva metáfora, totalmente distinta de la de los lobos y las ovejas del versículo anterior. La nueva metáfora recurre a la botánica. Se refiere concretamente a las uvas y los higos, que eran cultivos comunes en la región. Los espinos y los cardos también florecían en la región, y eran un problema constante para los agricultores[1][2] Jesús afirma que uno podrá identificar a los falsos profetas por sus frutos. Los falsos profetas no producirán buenos frutos. Los frutos, que son una metáfora común tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, representan la manifestación externa de la fe de una persona, es decir, su comportamiento y sus obras.

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Esta advertencia tiene un paralelo en Lucas 6:44 y aparece de nuevo en Mateo 12:33, una metáfora similar de frutos aparece también en Mateo 3. En esos otros lugares el versículo es un ataque a los fariseos, pero aquí se dirige a los falsos profetas cristianos. Mateo también difiere en la redacción de Lucas 6:44. En Lucas las palabras de Jesús son una declaración de intenciones. En Lucas, las palabras de Jesús son una declaración, mientras que en Mateo son una pregunta retórica. Mateo invierte el orden de las uvas y los higos respecto a Lucas. También sustituye la zarza de Lucas por cardos. Gundry opina que los cardos se añadieron para crear una rima con zarza en el griego original. También cree que el autor de Mateo se imagina el espino como una versión corrupta de la vid y el cardo como una versión de la higuera[3].

Por sus frutos los conoceréis

Mateo 5-7 recoge el Sermón de la Montaña de Jesús. En ese histórico mensaje, Jesús desafía a sus oyentes a cambiar de opinión sobre cómo pueden formar parte de Su reino, diciendo en un momento dado que no todo el que diga “Señor, Señor” se salvará (Mateo 7:21). Hasta ese momento, muchos creían que sólo por estar emparentados con Abraham y Moisés y por obedecer la Ley de Moisés tenían asegurado su lugar en el reino de Dios. Jesús rebate esa idea directamente.

En Mateo 7:21, Jesús dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Antes de llegar a esta afirmación, había explicado que la justicia de sus oyentes debía superar incluso la de quienes obedecían más fielmente las expresiones externas de la Ley de Moisés (Mateo 5:20). Añadió que la justicia no proviene de la obediencia externa a las leyes y que, por sus violaciones internas de esas leyes, todos eran culpables (Mateo 5:21-47). En resumen, Jesús les presentó una norma que no habían considerado antes: deben ser perfectos como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:48). Por supuesto, cumplir esa norma es imposible. Por eso Jesús proclamó que la gente necesitaba arrepentirse -cambiar de opinión- sobre cómo podían formar parte del reino de Dios. Pensaban que sólo tenían que pertenecer a un determinado linaje y obedecer una serie de leyes. Jesús echó por tierra esas ideas, señalándoles la norma real: la perfección.

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